lunes, 3 de febrero de 2014

Nymphomaniac Vol. 2

Tal y como reconoce Joe (Charlotte Gainsbourg) la percepción de la realidad cambia en función de la perspectiva desde la que se mira. Lars Von Trier parece respetar esta máxima a la hora de abordar la narrativa de Nymphomaniac; en manos de su director pareciese que el naturalismo no es una opción, optando por intelectualizar su discurso y proponiendo una realidad disonante, en la que las palabras toman el control frente a las acciones y dónde algo no termina de encajar con la realidad. Hay algo de irreal en la propuesta de Trier, algo que escapa al naturalismo y abraza el desasosiego de "lo real", es como si el director quisiera exponer lo que se oculta bajo la realidad, como si quisiera desnudar dicha realidad de cualquier vestigio que pudiese ensombrecer la comprensión última de lo que se nos cuenta.

Lars Von Trier lucha por despojar a la realidad de todo aquello que le sobra para que avancemos en la comprensión de lo que se nos cuenta. Recordemos la falta de decorados en "Dogville" o las metáforas visuales asumidas como espejo de la lucha interior de un personaje en "Melancholia". Para esta ocasión Trier busca la oposición radical entre dos personajes para confrontar dos realidades al borde de lo inverosimil. Seligman (Stellan Skarsgård) y Joe son figuras ejemplares en el universo que Lars Von Trier quiere exponer, sus acciones y sus vidas interpelan a la falta de credibilidad y su ejemplaridad parece sacada de un libro de psicoanálisis. En última instancia la transferencia psicoanalítica será el medio a través del cual el director se sirva para llevar al paroxismo la historia de dos seres incapaces de huir a su razón de ser, dos seres cuya realidad queda supeditada a la fuerza de las ideas y a la carga simbólica que plaga un universo abocado a la autodestrucción, dos seres sometidos a su destino.


Una búsqueda hacia la esencia y el origen del malestar y su comprensión es lo que parece motivar la acción de la película y para ello su director se sirve de dos caminos opuestos, por un lado el primitivismo de lo carnal, la confrontación de una mujer al descubrimiento de su sexualidad. Por el otro, el mundo de las ideas reflejado en la vida monacal de Selligman. Hombre y mujer encarnados en dos clichés que encontrarán la forma de unir sus historias en una abstracción asociativa que dará lugar a un poliedro con demasiadas caras.

Si bien la primera parte de Nymphomaniac hacía las veces de introducción al despertar sexual de Joe, ahora el ciclo se cierra dejando atrás la etapa de iniciación para abordar la madurez sexual, una madurez marcada por la falta de placer. Dicha carencia lleva a la protagonista a una incesante y obsesiva búsqueda por recuperar aquello que ha perdido, aquello que la invalida como ser humano y que la hace sentir desgraciada. Como un ser mutilado y carente, su búsqueda la llevará a probar los caminos de la violencia como forma de reencontrase con su deseo, una forma de degradación física y moral que es la respuesta última a algo que ya se expusiera en la primera parte: la excitación ante la muerte de su padre. Desde una perspectiva más freudiana podríamos concluir que el principio de realidad ha cedido ante el principio de placer.

Así pues esta segunda parte se convierte en una galería de los horrores que deja atrás la inocencia adolescente y en la que el dolor y el placer intentan encontrarse. La ninfomanía ha dado paso a la carencia de lo esencial y el recuerdo del placer original (el primer orgasmo, esa levitación emocional) deviene en una insatisfactoria búsqueda que atenta contra sus principios morales. El estoicismo se convierte en la norma que rige el devenir de nuestra protagonista subrogando su vida a un único objetivo.

Nymphomaniac es un filme que camina de manera decidida hacia la oscuridad. Si en algún momento de la vida de nuestros personajes existió la luz, sólo sirvió de punto de inflexión para la degradación personal que le sigue. En este sentido Seligman también se verá afectado por la presencia de Joe, de manera inevitable su mundo de quietud, soledad y conocimiento a través de los libros, quedará alterado por la presencia de algo desconocido. Allí donde Joe busca el placer, Seligman busca el conocimiento, su motivación es la curiosidad y esta será la que le lleve a su degradación moral. Las analogías entre personajes son tan evidentes como su capacidad para autodestruirse y al final Trier, en su penúltimo intento por arrebatarnos cualquier esperanza, nos dejará huérfanos de placer y conocimiento haciéndonos partícipes de la catarsis de sus personajes.

Quizás en las mayores virtudes de la película, principalmente en su fuerza dialéctica, se encuentren sus mayores defectos; y es que en cierta forma la película está demasiado unida a la interpretación de su director. La complejidad y el radicalismo expositivo convierten a Nymphomaniac en un artefacto de manipulación difícil de abordar y en el que se dan demasiadas vueltas sobre lo mismo, al menos visualmente. Lars Von Trier demuestra ser desbordante y demasiado totalitario en sus ideas y en su forma de exponerlas, y aunque no están carentes de valor consigue que lo que nos cuenta parezca la única verdad posible, limitando así la interpretación propia. Tanto la puesta en escena como las actuaciones responden a una enrevesada e inagotable abstracción de la realidad cuya lógica última es la carga de contenido intertextual a través de la reiteración y el exhibicionismo visual. Al final Nymphomaniac es una historia de seres incompletos en busca de aquello que les falta, es en esta aparente sencillez sobre la que reposa no sólo la elegancia del discurso, sino también la soberbia de un director capaz de dilatar el tiempo para crear un complejo universo simbólico dónde sólo él tiene cabida.
6´5/10



3 comentarios:

  1. Muy buena crítica, sí señor.
    Es cierto que Von Trier siempre se excede algo en hacer valer su forma de ver las cosas sobre la veracidad de lo que está contando. Pero sigo saliendo de cada una de sus película con la sensación de haber visto buen cine, cine Von Trier, pero muy bueno. Hay algunos momentos de ambas partes de Nymphomaniac absolutamente memorables.
    Yo le doy un 8 al Volumen I tal vez por lo impactante de la primera vez) y un 7´25 a la Parte II (tal vez porque tenía la otra muy reciente,jeje).
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias Lime. En lineas generales también prefiero la primera parte a la segunda, aunque igual que veo cosas muy buenas en ambas también he visto más carencias que en otras películas de Lasrs Von Trier. En cualquier caso siempre es un director a tener en cuenta.

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  2. Caminando a la oscuridad. Así vamos muchos sin darnos cuenta.

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